Bájense del carro
IÑIGO SANZ (BILBAO).- Bájesen del carro. Ipso factos. Sin miramientos. Bájesen, pero no vuelvan a subirse. El Athletic no os necesita en su carro. Aficionados de paso que cuando vienen bien dadas se retratan hasta las cejas de rojo y blanco. Aficionados de postal que se suman a la fiesta cuando todo es rosa pero que pecan de oportunistas en la derrota. Con el fatídico mes de septiembre en la que los resultados no han acompañado, el caldo de cultivo de estos impostores ha vuelto a resurgir en bares y lugares de alterne. Comentarios absurdos, críticas exacerbadas. Auténticas hienas acostumbradas a regozijarse en la sangre. En la sangre rojiblanca. Ya lo dijo el francés Voltaire: "líbrame de mis amigos que de mis enemigos ya me encargo yo". Cambiaros de chaqueta. Simpatizar con esos equipos multimillonarios que ganan siempre. No nos interesais. Más vale alardar de escasos aficionados pero entregados, que ostentar miles de veletas. Ahora más que nunca hay que dejarse el alma. Una mala racha la tiene cualquiera y este equipo merece un voto de confianza. Incluso dos si me apuran. No es conveniente pasar de un extremo a otro. Los mismos que la pasada campaña, o sin ir más lejos en la eliminatoria ante el Nápoles, podían mojar la oreja a cualquiera, no pueden pasar a ser la última escoria del fútbol en treinta días. Es hora de demostrar quienes somos. Es hora de apoyar a los nuestros más que nunca. Nos necesitan y deben de saber más que nunca que somos una familia. Que ganamos todos. Que perdemos todos. Nos han hecho soñar, nos han metido entres los grandes del viejo continente y han defendido nuestro escudo con orgullo. El mismo que sentimos por el Athletic. Hay que cerrar la boca a aquellos que hablan incluso de segunda división. Que intentan hacer leña del árbol caído. Que atizan con saña a Gorka Iraizoz cuando fue clave para meternos en la fase de grupos de la Champions. Tengamos memoria aunque el fútbol nos lleve obligatoriamente a vivir del presente. Levanten sus bufandas, rompanse las gargantas, pero sean justos. La crítica es necesaria e imprescindible para crecer, para superarse, pero sin ventajismos. Sino saben sentir el Athletic, sino creen en esta filosofia ni en sus jugadores, bajensen del carro, están a tiempo, pero no vuelvan a subirse...
Rotaciones y pólvora mojada
En lo estrictamente deportivo el Athletic se vio fustigado por su mal endémico, la falta de puntería. Un tanto en tres partidos se antoja escaso para un equipo que debe aspirar a pelear por los altos puestos de la tabla. A día de hoy, Aduriz parece el único responsable de esa tarea en el seno rojiblanco. Los jugadores de segunda línea deben aportar en este sentido ya que con un único artillero real es imposible sumar puntos. Las tres derrotas consecutivas sirven de escarmiento para ser realistas y cerciorarse de cual es peaje de jugar las Champions League. El Athletic no se encuentra a la altura de las grandes potencias europeas y no dispone en su plantel de dos jugadores por puesto que garantizen el buen hacer del bloque. Ante el Granada, Ernesto Valverde introdujo hasta seis variaciones respecto al once que se enfrentó al Shakhtar en liga de campeones. Unas por obligación y otras por dar descanso a sus pupilos. El experimento no funcionó y el equipo se resintió. Si bien es cierto que vistos los méritos realizados en el segundo periodo el empate hubiese sido de mayor justicia, no lo es menos que los leones no se sintieron cómodos. El balón no circulaba a la velocidad a la que acostumbra y las imprecisiones individuales dieron la oportunidad a Caparrós de llevarse un triunfo marca de la casa.
Una semana antes, los leones cayeron en Barcelona con algo más que dignidad. Valverde planteó un partido atrevido, con presión alta y con la línea defensiva adelantada. El conjunto rojiblanco no disfrutó de demasiadas ocasiones y sufrió en los balones largos ante un rival veloz que encontró en el joven Munir a su estilete más peligroso. Tras setenta minutos sobreviviendo merced a las intervenciones de Gorka Iraizoz, el Athletic no pudo o no supo amarrar un puntito. Quizás la entrada de un mayor número de efectivos defensivos hubiese sido determinante, pero lo cierto es que el ingreso en el césped de Neymar acabó siendo decisiva. Dos asistencias de Messi y dos tantos del brasileño terminaron con las esperanzas bilbaínas.
El colmo de males tuvo lugar en Vallecas. Valverde se olvidó de las rotaciones y apostó por el que viene siendo su once de gala. La primera mitad fue rojiblanca, sobretodo en los compases iniciales. El dominio territorial se tradujo en el 0-1 tras una precisa y preciosa jugada protagonizada por Beñat y De Marcos que finalizó con el tanto de Aduriz a puerta vacía. Lejos de confortar, la diana empujó al Rayo hacía la meta foránea hasta conseguir las tablas. Un fallo garrafal de Iraizoz en un centro lateral que no pudo blocar supuso el primer tanto de la noche para Batistao. Con la suerte de espaldas, la segunda parte fue para los locales que aprovechando la profundidad de sus bandas fueron encerrando al Athletic. Iraizoz, de nuevo protagonista, salvo los muebles de su equipo hasta en dos ocasiones. No perdonarían los de Paco Jémez a la tercera. De nuevo Batistao, libre de marca, se aprovechó del infortunio rojiblanco para instalar el 2-1 definitivo cuando el encuentro agonizaba.