Pesadilla antes de Navidad

23.12.2014 21:22

El Athletic despide un gran año deportivo con una derrota abultada propiciada por una labor arbitral deleznable

 

IÑIGO SANZ (BILBAO).- El excelente año 2014 no pudo tener un final más trágico. Tras un curso lleno de alegrías para la parroquia bilbaína con la clasificación para la Champions como guinda, los de Ernesto Valverde despidieron el año con una abultada y polémica derrota ante el Atlético de Madrid (1-4). No es nada nuevo. Los de Simeone, amparados por el poder mediático que le otorga la caverna madrileña, campan a sus anchas por los estadios nacionales con el consentimiento arbitral por bandera. La “popularidad” ha convertido al comité arbitral en siervo colchonero, como si del Barça o el Madrid se tratase. Ese tratamiento de inmunidad, de equipo “grande” permitió al colegiado Hernández Hernández condicionar un choque controlado por el Athletic, aunque sin llegar con demasiado peligro a la portería de Moya. Si a la pésima actuación arbitral se le añade la permisividad defensiva de los leones, apaga y vámonos. Tras el 1-0 logrado por Mikel Rico después de un impecable servicio de Susaeta desde el costado, Aduriz tuvo en sus botas la tranquilidad, sin embargo erró en el mano a mano con el cancerbero visitante. 

Seis minutos duró la alegría en la casa rojiblanca. Concretamente los primeros del segundo periodo. A los escasos segundos una precisa jugada elaborada por el Atlético, la única en todo el envite, finalizó con un envío de Juanfran que Griezmann remató de cabeza en la más profunda soledad. Esta caraja inicial vino acompañada de la jugada decisiva del encuentro cuando Thiago se lanzó descaradamente en el área. El colegiado no dudó en señalar pena máxima pese a su posición inmejorable para observar lo que el estadio contempló perplejo. Raúl García fu el encargado de transformar el penalti y el responsable de celebrar el tanto mostrando nuevamente su odio visceral al Athletic, odio sólo comparable al de Simeone, que en un ejercicio de cinismo rastrero evitó hablar del trencilla.

La pronta remontada fue demasiado para un Athletic descompuesto. El adversario tenía el partido donde quería. Atrincherado atrás e intentado aprovechar la velocidad de Griezmann en las contras. Los de Valverde se perdieron entre faltas, pases en horizontal y pseudocentros al área en busca de un Aduriz abandonado a su suerte. Quizás vista la exigencia física del choque, el técnico bilbaíno debió apostar por poner otro tanque como Viguera para hacer daño a la dura zaga atlética. Con estas premisas la sentencia era cuestión de tiempo. Griezmann cerró su hat-trick en primera aprovechándose de un resbalón de Gurpegi y en segundo término tras culminar una jugada en clamoroso fuera de juego.

 

Conviene dejar a un lado la lógica crítica a un árbitro que desde el primer minuto mostró su particular interés por beneficiar al Atlético de Madrid y realizar cierta crítica. En esta montaña rusa de juego y resultados en la que vive inmerso el conjunto de Valverde, existen dos factores que influyen decisivamente en que los leones no terminen de despegar y no son peccata minuta. Por un lado, como se evidenció ante el Atlético de Madrid, preocupa y mucho la facilidad con la que el rival anota. Por otro, el déficit de jugadores que aporten en la faceta ofensiva está mermando y mucho la capacidad atacante de los de Valverde, que no logra afinar con una delantera tipo.


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