Suances: “De niño, llamaba a la radio para ganar entradas para San Mamés”

12.12.2014 11:46

JUAN LUIS IBARRETXE.- Gontzal Suances, actual entrenador del Basconia, ha vivido el fútbol y el Athletic desde niño. De hecho, en su casa todos eran “muy del Athletic” y ahora quiere inculcar ese amor por los colores a sus hijos Irati y Ethan, que ya conocen el nuevo San Mamés por dentro. El propio Gontzal nos habla de estos temas y de muchos más en la entrevista que nos concedió en las instalaciones de Lezama.

 

Usted entró en el Athletic siendo un niño.

Yo empecé en el Getxo, donde estuve hasta los diez años, y con once ya entré en Lezama. En el Bilbao Athletic estuve tres temporadas, dos con Blas Ziarreta y otra con Koldo Agirre, pero la última campaña ya solía entrenar e ir convocado con el primer equipo, que estaba dirigido por Jupp Heynckes. No obstante, no llegué a debutar hasta el siguiente año, cuando estaba Irureta en el banquillo.

¿Cuál fue el partido de su estreno como león?

Fue contra al Anorthosis, en la UEFA de la campaña 1994/95. En Chipre habíamos perdido por 2-0 y aquí ganamos por 3-0, con un gol de Andrinua faltando nada. Para mí fue un sueño cumplido y además, ese fin de semana tuvimos partido de liga con el Logroñés, ganamos 1-0 y yo metí el gol. Conforme pasa el tiempo te das cuenta de lo que hiciste, aunque me supo a poco, ya que me hubiera gustado competir más años con el Athletic.

¿Qué recuerdo de aquel histórico partido en Newcastle en el que marcó un gol?

Aquel día había un gran ambiente, el público de allí es muy entendido y apasionado y el rival fue muy noble, puesto que con el 3-0 no se dedicó a especular y se vio fútbol en estado puro. La afición también se volcó y habría en torno a tres mil seguidores nuestros en la grada. En su campo acabamos 3-2 y luego remontamos en San Mamés.

Desde Bilbao, usted marchó al Racing de Santander.

Sí, allí estuve tres temporadas y media, también milité en el Toledo, el Eibar, donde casi nos metimos en el play off de ascenso con Blas como entrenador, el Ourense, el Gandía, el Barakaldo y el Bermeo. Antes de ir a Gandía iba a dejar el fútbol, sólo 28 o 29 años, pero mi prioridad era acabar la carrera y allí me permitieron hacer primero los exámenes de septiembre y a continuación unirme al grupo. Permanecí solo de octubre a diciembre, que es cuando vine y fiché por el Barakaldo.

En Ourense conoció en persona a los miembros del grupo de rock Los Suaves.

Sí, yo estaba cedido del Racing y coincidí con Morán, que era músico. Él tocaba la guitarra, yo la batería, hacíamos versiones de Los Suaves, Barricada y varios grupos más y sí que conocimos a Los Suaves.

¿Les vio alguna vez en directo?

Muchas. Me acuerdo cuando tocaron en la Plaza del Gas en Bilbao, también les vi de teloneros de los Rolling Stones en Santiago de Compostela y en alguna ocasión les vi ensayando en su local.

Cuando dejó el fútbol, ¿lo hizo porque quería entrenar?

Yo soy muy pasional y muy perfeccionista y lo dejé porque había perdido la ilusión y no quería engañar a nadie. No valgo para estar en un sitio por estar. De hecho, tras mil en el Barakaldo, fui a Bermeo, me rompí el ligamento posterior cruzado de la rodilla derecha, luego volví y jugué un partido contra la Real B, pero no estaba bien y preferí dejarlo antes que seguir por seguir. Yo quería que se me recordara como un jugador que llegó a debutar con el Athletic y que metió goles con su equipo, no como alguien que está hasta los 35 años por estar, eso no me gusta.

Sus primeros pinitos como entrenador fueron con niños.

Así es, en la Ikastola San Nicolás, con niños de seis y siete años que jugaban a fútbol-5. Seguido fui a la escuela del Getxo, también con los pequeños, que hacían fútbol-7, y al acabar la temporada me ofrecieron dirigir al Getxo de División de Honor senior, donde todo salió muy bien y ascendimos a Tercera.

De allí pasó al Zalla.

Sí, fue un año duro, porque éramos recién ascendidos a Segunda B y bajamos. El grupo era muy fuerte, con el Racing B, el Oviedo, el Palencia, el Athletic B, el Salamanca… La experiencia resultó bonita, pero difícil. Al año siguiente estuve sin entrenar y luego ya pasé a Lezama para dirigir al cadete B, donde estaban Ruiz de Galarreta, Aketxe, Néstor Salinas...

En el Getxo y en el Zalla, algunos futbolistas serían mayores que usted.

Mayores no sé, pero de mi edad había muchos, porque yo tenía solo 32 años. La verdad es que es muy diferente entrenar y jugar, hay actitudes que tienes cuando eres jugador que las ves distintas cuando diriges al grupo, pero también, al haber sido futbolista, entiendes a los jugadores, aunque les exijas. Es complicado lograr ese equilibrio y sí que cuando eres entrenador te preocupas mucho más de todo.

Su hermano también es entrenador.

Es el entrenador de porteros del Leioa y organiza el campus de verano con Armando. Lleva mucho tiempo en esto, empezó con la escuela de porteros que tenía el Athletic en Leioa, y también estuvo en el Arenas, el Zalla y el Amorebieta.

Cuándo se juntan, ¿hablan mucho de fútbol?

Todo el rato, jeje.

¿A sus hijos también les gusta este deporte?

Sí, el pequeño, Ethan, tiene cuatro años y ya le da patadas al balón. El día que vino el Granada les llevé a él y a mi otra hija, Irati, a San Mamés y también me han visto en algún vídeo de cuando jugaba en el Athletic. Mi mujer es la que es menos futbolera, pero bueno, se esfuerza por nosotros, jeje.

Sus niños se quedarían alucinados con el ambiente de San Mamés.

El pequeño me decía que había mucho ruido y me preguntaba que porqué aplaudían, porqué chillaban…En general, les impresionaba que hubiera tanta gente.

Y a usted, ¿qué les parece el nuevo campo?

Espectacular. Me daba miedo ver si mantenía la esencia del viejo y he visto que sí la mantiene y que, junto a la modernidad, conserva el encanto de antes. Para mí es el estadio más bonito.

¿Se acuerda del primer encuentro que presenció en el viejo San Mamés?

Sí, fue un Athletic-Sporting de Lisboa. Yo tendría nueve o diez años e iba con los amigos en el tren a tribuna sur de pie con la entrada de niño. Mi familia es humilde e intentábamos conseguir invitaciones, o comprábamos las entradas de niños. Íbamos con la bandera y el bocata y era la época de Dani, Argote y demás, la de los futbolistas que ganaron las dos ligas.

Usted vio La Gabarra surcar por la ría

Sí, mi ama me llevó desde la Calle Iturgitxi, donde vivíamos, hasta Las Arenas, hasta el Puente Colgante, para ver la gabarra. Es que en casa somos todos somos muy del Athletic y hay partidos que nunca olvidas, como uno contra el Real Madrid, cuando Sarabia metió el gol de la victoria de cabeza a falta de casi nada para el pitido final.

¿Se ha planteado alguna vez retomar la profesión de periodista?

Es algo que ahí está. En el pasado ya hice ruedas de prensa, crónicas, entrevistas y todo. Hoy en día no es compatible, porque es complicado estar en dos sitios a la vez y es mejor estar en uno y hacerlo bien.

Usted conoció en persona al llorado José Iragorri.

José Iragorri fue una de mis inspiraciones para decidirme por la carrera de periodismo, porque le escuchaba a él y a Fede Merino y me encantaba la pasión que tenía José por el Athletic. De hecho, en la radio tenían un programa que se llamaba ‘Pasa la bola’ y ya gané alguna entrada para San Mamés llamando y acertando las preguntabas que hacían.

O sea que de niño ya escuchaba los encuentros por la radio.

Claro. Es más, tengo una anécdota muy bonita de cuando el Athletic ganó la primera liga. Y es que había que vencer a Las Palmas, pero empezamos perdiendo por 1-0 y de lo nervioso que estaba escuchando la radio, salí de casa y desde el minuto veinte hasta el noventa me puse a dar vueltas corriendo por donde vivía. A cada rato tocaba el portero automático y preguntaba a mi madre cómo iba el partido. Al año siguiente, cuando ganamos la liga contra la Real, hice lo mismo, jeje.

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