Un triunfo agridulce
IÑIGO SANZ.- No queda más remedio que hacer borrón y cuenta nueva. Quedarse con los tres puntos y no pensar demasiado en lo acontecido en el Benito Villamarín para no hacerse mala sangre y no sacar conclusiones que inviten al pesimismo. El Athletic venció y se afianzó en esa deseada cuarta plaza. El conjunto rojiblanco se impuso al Betis (0-2) en un encuentro mucho más igualado de lo que el luminoso refleja y en el que los de Valverde dispusieron de la nada despreciable ventaja de jugar con dos jugadores más. A priori, algo insalvable en esta categoría pero que apenas se notó sobre el verde. Y es que los bilbaínos no supieron disfrutar de la superioridad. Ni de los dos más que posibles penaltis no señalados a Balenziaga. Con dos hombres más, los leones carecieron de profundidad por los costados y acumularon demasiados efectivos por dentro, justamente lo contrario de lo que dice el decálogo del fútbol. Tanta fue la igualdad que los foráneos apenas dispusieron de ocasiones claras de gol. Tuvo que aparecer en escena el canterano Guillermo para sentenciar la contienda de cabeza en el primer esférico que tocó tras aprovecharse en el segundo palo de una brillante asistencia de Susaeta.
Antes de estos acontecimientos, el Athletic ya se había aprovechado de la aciaga tarde del árbitro, Gil Manzano, al transformar Muniain un penalti cometido sobre Kike Sola tras una falta que se produjo fuera del área. Curiosamente, la acción se produjo escasos minutos después de un posible penalti de Balenziaga sobre Rubén Castro que el colegiado interpretó como piscinazo del ariete bético mostrándole la consiguiente tarjeta amarilla por fingir. En los primeros compases del choque, el Athletic pareció enchufado con Ander Herrera regalando una nueva lección de juego. Precisamente un pase de tiralíneas del mediapunta habilitó a Kike Sola que, solo ante el portero, erró tirando al muñeco. El Betis, por su parte, intentó tirar de orgullo y aunque sin mucho peligro logró rondar en un par de ocasiones la meta defendida por Gorka que apenas tuvo que intervenir. Después llegaron las dos jugadas para la polémica y la autoexpulsión de Perkins por doble amarilla tras haber cometido la pena máxima y haber realizado una entrada a destiempo sobre el lateral izquierdo rojiblanco, que allanaba el terreno hacía la victoria. Dos decisiones arbitrales a favor, un rival desolado que no ofrece visos de mejora en su juego y una afición desesperada. Ya se sabe: en río revuelto, ganancia de pescadores.
Por Iñigo Sanz.
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